Eithne at Europe 2006

Saturday, October 28, 2006

12 de septiembre del 2006

Ah, nuestro día libre en la Cité… Qué increíble, yo ya estaba encantada con París a estas alturas. De hecho, siempre he sentido una extraña fascinación por esta ciudad. La novela que estoy escribiendo en este momento, “La rebelión del Príncipe León”, tiene parte de esa fascinación y una parte está recreada en París durante los años de 1599 y 1650, más o menos… Aunque realmente es muy poco lo que se aprecia de París en mi escrito, estudié un poquito de la vida de los parisinos en estos años…

Ehm, sí, como sea, estaba escribiendo de algo totalmente distinto, no de mi novela. Estaba diciendo que París es una de las ciudades que más me ha encantado, aunque ahora ya no es como mi ciudad preferida de todos los tiempos. Sin embargo, es increíble y majestuosa.

Me parece que los franceses construyen a lo grande. Todo es así como espectacular y colosal. Se supone que París era una ciudad de callejuelas y callejones durante el reinado de Luis XIII y Luis XIV, pero no alcancé a percibir eso en lo que vi de la ciudad. Me parece que será necesario regresar a ese sitio con más tiempo y con más calma para recorrer esas calles pequeñas.

En fin… El primer lugar al que fuimos ese día fue a la Torre Eiffel, de nuevo. La diferencia es que esta vez subimos. La Torre Eiffel tiene tres niveles y, dependiendo del nivel, es lo que cuesta la entrada. Elegimos subir hasta el nivel 3, más bien porque ese fue el boleto que nos consiguió Claire, pero creo que valió la pena pagar para subir hasta ese nivel.

Primero hay que subirse en un elevador que a mí me parece un montacargas. Es un elevador al que le caben alrededor de 30 personas… Algo así, pero es una cantidad impresionante de personas las que caben en ese elevador. Lo siguiente horrible de eso es que sube a una velocidad impresionante, va bastante rápido. La otra es que hay anuncios que te advierten de los carterista y que tengas cuidado con ellos. Je, je, en París también existen delincuentes…

Luego hay que subir a otro elevador… Ya no es tan grande como el primero, porque no toda gente sube al siguiente nivel, pero también es grande y rápido. No tengo que decir que yo ya estaba medio apanicada… De hecho, lo estaba desde el primer elevador y es que, en serio, le tengo miedo a las alturas.

Pues, llegamos a ese nivel y ya había una especie de mirador. En el mirador están indicados todos los edificios que se pueden apreciar desde ahí. Claro, hay tanta gente que no se tiene demasiado tiempo para ponerse a analizar toda esa información Ahí sacamos las primeras fotos de la Cité desde alto.

Luego, ya que tuvimos todas las fotos que necesitábamos, subimos al siguiente nivel. El siguiente nivel es accedido a través de escaleras. Ahí el mirador ya es un mirador de verdad. En el nivel anterior, hay cristales; en este, solamente una reja protectora. Uy, se apreciaba todo mejor, porque no estaba el vidrio sucio tapando la vista.

Sacamos muchas fotos de aquí también, aunque en realidad yo estaba pegada a la pared pensando que no estábamos tan alto y que no faltaba mucho para que bajáramos. Mi hermana se divirtió sacándome unas cuantas fotos con cara de aterrorizada.

Ya después bajamos al primer nivel. Desde ahí los edificios no se veían tan pequeños y no está tan alto. También están las tiendas de souvenirs y eso. Ah, también hay que mencionar que, me parece que en este nivel, es donde está ubicada un restaurante muy famoso y, obviamente, muy caro al que ni siquiera asomé la nariz porque seguro me iban a sacar por el look pordiosero que traía.

Por fin nos bajamos de la cochina torre. Fui ¡feliz! Y es que mis pies ya estaban tocando tierra, lo cual es bueno para mí. Tomamos la decisión de que al siguiente lugar al que iríamos era el Arco del Triunfo y de shopping (we´re s-h-o-p-p-i-n-g, we´re shopping… ehm, una canción de PSB, never mind) a los Campos Elíseos.

Pues, ahí vamos al metro… Oh, nuestra primera experiencia en el metro francés… Qué cosa tan complicada es pedir cosas cuando no conoces el idioma y, además, te odian si les hablas en inglés… En fin, como no logré descifrar la máquina expendedora de boletos, tuve que ir a la taquilla. Ahí los boletos sólo valen para un viaje, pero puedes comprar un paquete de 10 y te salen más baratos…

Este metro creo que es el más raro al que me subí. Por alguna extraña razón las puertas no abren solas y hay que activar, jalar o hacer algo con una palanca que traen por fuera y, creo, que adentro de los vagones tienen un botón. Es muy raro, si no abres la puerta, sorry, te quedas adentro…

La otra cosa horrible acerca del metro es que apesta… Bueno, no es que el metro en sí apeste, creo que lo que huele feo es la gente… No dije eso acerca del metro en Londres, pero es extraño porque la gente huele feo; lo que no hace clic de ninguna manera es que la gente que va trepada tienen facha de ser de clase media y tú pensarías que se bañan y conocen los desodorante… pero pues no… Y creo que lo mismo pasa en París… La verdad es que el olor es muy desagradable…

Bueno, por fin llegamos al Arco del Triunfo… Ya lo habíamos visto el día anterior, pero aún así es un monumento muy bonito… Lo que es cierto es que como que París está construido a lo bestia, así todo es grande, todo es majestuoso…

Sacamos algunas fotos de este lugar e, inmediatamente después, fuimos a la parte importante del viaje… ¡A comprar cosas! Bueno, es que seamos sinceros, no llegué hasta París como para no comprar algo de maquillaje…

Es importante decir que en los Campos Elíseos hay un montón de tiendas. Es impresionante y eso que no la recorrimos toda… Pero, es un buen lugar para ir de comprar… si tienes mucho dinero y no sabes en que gastarlo.

Entramos a una tienda que se llama Sephora. En este lugar, por si les interesa saber, me compré unas bonitas sombras negras que vienen en estuche metálico. Como de esas cosas no se ven acá en México, pues aproveché. También compré un lápiz negro, pero ese fue más bien porque estaba barato, pero nada más.

Por cierto, ese día no pasó mi tarjeta de crédito Banamex. Hace unos pocos días descubrí porque fue eso… ¡La bloquearon! Y lo hicieron nada más porque compré como 10 boletos para los conciertos de Pet Shop Boys. Según ellos, necesitaban asegurarse que yo hubiera hecho esos cargos… Digo, está bien que se tomen esas molestias, pero mínimo deberían avisarme que iban a hacer eso y preguntarme si yo compré esas cosas…

En fin… Ya de ahí nos fuimos a otro centro comercial que se llaman las Galerías Lafayette… Fuimos ahí porque es una tienda departamental y mi hermana estaba empeñada en ir a ver que juguetes de Star Wars encontraba…

Tengo que decir que este fue el lugar para comprar más impresionante que vi en todo el viaje… Hagan de cuenta que es un como un el Palacio de Hierro o Sears o Liverpool pero a la décima potencia. Es decir, la tienda abarca tres edificios, uno para ropa de Dama, otro para ropa de caballero y otro para hogar. Sigamos en el entendido de que es una sola tienda departamental… Cada edificio tiene como 5 o 6 pisos y, ya estando adentro, se nota que es caro, muy caro… Pura ropa de diseñador y ni siquiera se ven los precios… Lo cual quiere decir que es caro… Hay ropa de diseñador hasta para los condenados chamacos… Si quieren mi sincera opinión, yo no le compraría ropa de diseñador a mi hijo sabiendo que le va a durar unos cuantos meses; ya saben, los niños crecen muy rápido…

Como sea, después de no encontrar ningún juguete y no comprar nada, fuimos a Notre Dame. La vimos de rápido, porque debíamos estar a las 4:30 en un lugar para que nos recogieran y nos llevaran al campamento, el lugar donde pasamos ahí las noches. De nuevo, ya habíamos vistos el lugar de noche y, como todo en París, es masivo, gigantesco, impresionante.

Y ahí viene la triste historia de París… Llegamos 4:32 al lugar donde nos debía recoger el camón… Eso fue suficiente para que se fueran, llegar dos minutos tardes fue suficiente para que nos quedáramos ahí abandonadas sin saber cómo regresar al campamento.

Eso de “sin saber cómo” es un decir, teníamos instrucciones pero, como muchos saben, no soy del todo brillante como para encontrar el camino sin perderme… En medio del histeria, porque yo me super encamioné como loca, tratamos de hallar el camino de regreso… Por cierto, me enojé porque llegamos tarde porque me equivoqué a la hora de tomar el metro y nos fuimos para el otro lado; si no hubiera cometido ese pequeño error, hubiéramos llegado a tiempo.

Gracias a Dios, en el metro nos encontramos a otras dos niñas del tour que también perdieron el autobús. Las niñas se llaman Hanna y Emma, buena ondas las niñas, pero están muy chavitas y son muy aceleradas. Ellas tuvieron la claridad de juicio para ver hacia dónde deberíamos ir; después de averiguar con algunas personas cómo llegar a la estación que necesitábamos, lo hicimos. Tengo que admitir que ellas averiguaron esa parte, yo no sé qué hubiera sido de nosotros sin ellas… Ya el resto fue más sencillo, tomamos un autobús que nos llevó hasta el campamento y violá, estábamos de regreso.

Así terminó nuestra aventura en París. Al día siguiente nos iríamos por la mañana… A pesar de todo, fue un buen día… Aunque tengo que regresar a esta ciudad para recorrerla un poco más, para apreciarla un poco más…



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